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Cada cosa que es, se define bajo trazos específicos, por ejemplo un perro es identificable entre todo el reino animal sin mayor problema. De hecho la inteligencia artificial es capaz de realizar la misma tarea de reconocer objetos y clasificarlos, sin mayor problema.

Al ser los únicos seres con conciencia comprobable, la definiciones de individuos es más compleja. El sujeto está conformado por una cantidad de interacciones y relaciones vividas con un otro, resultando en diversas miradas que estos otros individuos puedan tener sobre el sujeto en cuestión. Por lo tanto los confines de ese sujeto son amplios y están llenos de matices, donde esos mismos límites generan que un amplio espectro de personalidad e identidad.

Este tejido de interpretaciones es multitudinario, en el sentido que aplica a cada individuo por igual y  según la escala de qué tan amplia sea la red de este sujeto. Entonces, el entretejido desvela un rango de posibilidades de un determinado individuo.

Esto además, se agrega a la propia confusión diaria dada las fuerzas entrópicas que describe la física. El sujeto es evaluado por el pasado, su supuesto bagaje cotidiano, que podría ser una foto de su existencia, mantendría un carácter estático de quien es esa persona. Pero, es imposible capturar el carácter dinámico de un ser, el cambio es imperceptible, dado que metafóricamente es milimétrico. El constructo público de quien es esa persona nunca será preciso por su puesto, pero también asume a una persona resuelta, en donde la confusión no tiene espacio, más bien se ve como un gatillante para observar el resultado de su propia existencia, es decir que la confusión genera una voluntad de querer inteligir la realidad, el mundo o el universo. Habrán sido los grandes intelectuales, los grandes confundidos? Será el mismo “concepto” tal como lo describe Borges:

Deje que otros se enorgullezcan de cuántas páginas han escrito.
Prefiero jactarme de los que he leído.

Jorge Luis Borges