La “historia” del pálido punto azul de Carl Sagan suele recordarnos lo pequeños e insignificantes que son nuestros problemas en comparación con la escala del universo. La tierra fotografiada por la Voyager 1 desde miles de millones de kilómetros muestra una imagen de un lugar tranquilo y frágil. La analogía es un marco que nos ayuda a pensar más allá de nuestros problemas y aplacar nuestras diferencias.

Lo mismo se aplica cuando reflexionamos sobre el significado y el propósito relacionados con la experiencia humana. No tener una experiencia compartida en torno a esos temas no lo hace menos valioso. Cuando la religión fue universalmente adoptada, nos sentimos espiritualmente interconectados, con ramificaciones sociológicas.

El nihilismo y la falta de propósito suelen canalizarse con una actitud pesimista bajo una mirada que nada importa. El problema con este punto de vista es la realidad de la afirmación, que suele sentirse más como una actitud performativa que como un punto de vista real. En otras palabras, ¿cómo puede una persona operar sin que le importe nada?

La acción performativa se basa en una interpretación individual de la sociedad en la que cada individuo crea un conjunto de preferencias. La deducción y la interpolación significan que la sociedad está construida por un conjunto de individuos que se preocupan por cosas específicas y, a veces, encontramos un lugar común. Sin embargo, en muchos otros temas no encontramos un lugar común, por lo tanto, el nihilista performativo se presenta con una explicación pesimista. Los temas pueden variar ampliamente, pero un buen ejemplo es el cambio climático. El nihilista performativo describirá cuán cerca del desastre estamos porque el cambio climático no es una preferencia a nivel individual, por lo tanto, carecemos de la conciencia global para realizar el cambio necesario para trascender una sociedad basada en el petróleo. El problema con esta línea de pensamiento es que presenta una derrota antes de comprometerse a analizar el tema. El marco no permite pensar críticamente sobre el tema en específico y ofrece menos formas de pensar en una solución potencial. Psicológicamente, el sujeto intenta liberarse de la carga mental que una profunda crisis conlleva y la reemplaza con una filosofía pesimista para que la preocupación desaparezca. El sujeto ha resignificado la existencia para hacerla más soportable, pero bajo algunas acrobacias mentales importantes.

Con este contraargumento, no pretendo minimizar la profundidad de ninguna crisis ni caer en un pensamiento mágico argumentando que la tecnología resolvería todo. El punto principal es evitar una perspectiva nihilista predeterminada que aniquile cualquier pensamiento crítico y, con ello, cualquier progreso futuro para superar cualquier crisis desafiante.