Un hombre triste por el cumpleaños número catorce de su perro Pipo. Una mezcla entre alegría y tristeza, entre los años que llevan juntos y de lo poco que le queda a su “amigo” canino.
Algunas de las palabras que llaman la atención son “Pipo, mi gran compañero de vida”.
No puedo dejar de pensar con este tipo de vídeos, la intensa codependencia que se ha desarrollado con los animales domésticos y los impactos sociológicos que esto conlleva.
Desde la codependencia, los humanos han forzado un antropomorfismo en los animales domésticos. Basta ver las redes sociales con frases llenas de usuarios refiriéndose a ellos mismos como “Mamá y Papá” en relación a sus perros.
La población de gatos y perros en Estados Unidos es mayor a la población de niños menores de 18 años. En Estados Unidos existen alrededor de 80 millones de perros y 37 millones de gatos [1], en comparación a 72 millones de niños [2]. Quizás al digerir estas cifras, no es sorprendente pensar en la tendencia de tratar a los animales domésticos al igual que hijos.
El antropomorfismo también se puede ver desde una evolución de las distintas especies domésticas las cuales han adoptado expresiones para ser suficientemente “tiernos” e imitar emociones humanas para que sean “más” cercanos.
La ironía es que los animales aún mantienen una relación gigante de asimetría con sus pares humanos, la cual es mirada en menos. Primero, porque los mascotas aún son considerados propiedad tanto en un ámbito legal y experiencial. Nadie imagina un perro pueda elegir libremente una familia o hogar, la decisión es tomada por el humano. Segundo, la asimetría en inteligencia quiere decir que el humano controla por completo lo que un animal doméstico puede y no puede hacer, bajo la condición que le entregue refugio y alimento. Algunos dueños dirán que sus mascotas son bastante inteligentes y mantienen un código de entendimiento bastante cercano, pero claramente esto no tiene que ver con que el animal logre una completa independencia. El concepto de “los animales son ángeles” quiere decir que los dueños perciben cierta nobleza en la incapacidad que tienen sus mascotas de juzgar a sus dueños, pero no se dan cuenta que esa incapacidad no es una elección del animal, sino una incapacidad arraigada en una asimetría en el nivel de inteligencia.
La relación de codependencia también ilustra el rasgo sociológico más problemático que es la búsqueda de amor y cariño en un animal que esta precondicionado a darlo.
Primero, porque la comercialización del amor en base a la posesión de un animal tiene que llenar ese vacío. Incluso, si el animal no es comercializado, la lógica capitalista es parte del juego.
El sentimiento de vacío es como si dijera: “Me siento suficientemente solo, con tal de adoptar o comprar una mascota puedo palear este sentimiento”. ¿Qué significa esto? Una profundización de un individualismo y un mundo interno.
En el acto de poseer, reside el deseo profundo de querer ser amado en base a una mascota que no tuvo la opción de elegir y está destinada a una entrega y amor incondicional hacia su futuro dueño. El poseer en este caso, es una comercialización brutal del amor en base a tratar a la mascota al igual que una mercancía que puede solucionar problemas emocionales. Si estos problemas son realmente solucionados o son percibidos como solucionados, el mundo interno es profundizado y por ende el trabajo psicológico interno queda de lado, quizás la raíz del problema. Es cierto que pasear a la mascota tiene impactos positivos en conocer a otros dueños, los cuales pueden generar un sentido de comunidad. Pero creo que quedan bastante lejos de lo que el dueño o dueña buscaba en un principio.
Por lo tanto, ¿Es la mascota un impedimento para entenderse a sí mismo en base a la multidimensionalidad de la vida? ¿Qué tan cierto es el perder interacciones con otros seres humanos al tener relaciones más intensas con mascotas, que resulten ser paliativas?
Dicho de otra manera, ¿Es tener mascotas un atajo emocional para evitar trabajar en las relaciones con el otro? Es innegable que las relaciones humanas son altamente complejas, llenas de matices y emociones variantes, lo que aumenta el desafío de mantenerlas y nutrirlas. Al igual que todo lo que vale la pena, todo eso se traduce en un sacrificio sostenido en el tiempo.
Creo que la tenencia de animales abriga una significativa contradicción, una creciente perspectiva de que las mascotas están cada vez más cerca de ser agente morales pero que en la práctica terminan siendo una propiedad más de sus dueños. Al alcanzar una completa moralidad, abriría el paso a una completa agencia, las cual nos obligaría a abolir la tenencia de mascotas [3]. Entonces existe una tensión entre la cercanía y la tenencia.
Lo discutible al día de hoy, no es la moralidad y agencia, sino la completa dominación del ser humano por sobre sus mascotas. La dominación es discutible incluso si la moralidad animal no es idéntica a la humana. Peter Singer arguye que igual al racismo y el sexismo existe el especismo, una discriminación hacia otras especies por no tener las mismas capacidad humanas. Yo creo que la incapacidad de tener un lenguaje común es uno de los orígenes del especismo.
¿Qué pasaría si en un futuro cercano somos capaces de comunicarnos y entender al reino animal? En un excelente reportaje del Financial Times podemos ver esfuerzos de investigadores por entender el lenguaje de los animales decodificando sus códigos con inteligencia artificial.
Si esto fuese cierto ¿Cuáles serían las implicancias con nuestra relación con no solo animales domésticos, sino todo el reino animal? Sería suficiente para lograr la empatía suficiente, para que no sean exterminados?
Quizás con un lenguaje común podamos finalmente entender del acto de poseer es más dañino de lo que pensamos y que el resto de los animales también merecen la misma compasión y empatía que los animales domésticos, con su designada libertad y autonomía en sus respectivos hábitats.
Fuentes:
[1] 2022 AVMA PET OWNERSHIP AND DEMOGRAPHICS SOURCEBOOK
[2] https://www.childstats.gov/americaschildren/demo.asp
[3] https://aeon.co/essays/why-keeping-a-pet-is-fundamentally-unethical