Estos últimos 3 a 4 meses han sido tiempos abruptos para las redes sociales, que son cada día más poderosas, como se describió en una columna anterior.
La elección estadounidense resultó ser un desafío a escalas mayores, sobre todo luego de la insurrección del 6 de Enero junto con borrar la cuenta de aquel entonces Presidente Trump.
Contexto
El borrar la cuenta del Presidente de Estados Unidos marca un precedente en la cultura estadounidense, en donde se viene incubando hace un largo tiempo lo que llaman en inglés, the cancel culture, o la cultura de la cancelación, que se define como una expulsión o momentáneo bloqueo a un usuario o institución que se escapa de una determinada forma de pensar o hacer en relación a un grupo dominante.
Al incluir a la persona más poderosa del mundo dentro de esta misma cultura, llega a preguntarnos ¿qué tan poderosas son estas redes sociales? pero más importante aún, ¿En dónde termina lo privado y comienza lo público en las redes sociales?
Límites: Privado y Público
Preguntarse esto no es trivial dado que las redes sociales en Estados Unidos se acogen a la Sección 230 de la acta de decencia comunicacional de la ley federal, la cual les permite no hacerse responsable de los contenidos que emiten.
En base a este ley, el argumento que las redes sociales esgrimen es contradictorio, dado la forma arbitraria en la cual deciden que contenido eliminan y que contenido se queda, igual que un medio de comunicación.
El límite se transgrede cuando existen censuras arbitrarias y cancelación de cuentas como se describió anteriormente, las cuales provocan límites a la libertad de expresión. El problema es que estas redes sociales funcionan como grandes oligopolios, que regulan contenidos de manera similar entre ellas. Por lo tanto ser borrado de todas ellas, significa que parcial o totalmente pierdo el acceso a mi audiencia de lo que pienso y opino.
Si la libertad es solo garantizada cuando sabemos de antemano que sus efectos serán beneficioso no es libertad
F. A. Hayek – the case for freedom
No es casual que estas compañías estén basadas en Estados Unidos, en donde la regulación de mercados ha sido bastante laxa en las últimas décadas, en un país que dice ser el campeón del capitalismo permitió a empresas como Google o Facebook aniquilar la competencia comprando cada startup que pudiera ser un problema para el continuo crecimiento y participación de mercado que estas empresas poseen. Ejemplos tales como Instagram, YouTube, WhatsApp entre otros, tuvieron que haber sido reconsiderados dado la concentración de poder que esto significa.
Regulación
La caída del medio impreso
El origen híbrido – privado y público- de las redes sociales genera una concentración de poder con un tamaño imaginable décadas atrás. Por ejemplo, no es claro el efecto que tienen sobre la democracia, tanto en el uso que le dan sus ciudadanos, como también por la reducción sustantiva de ingresos para el periodismo en general.
La constante caída de los ingresos de los medios impresos se produce por la irrupción de las redes sociales con sus modelos personalizados de anuncios junto con una caída en tráfico. Las redes sociales al mantener un mar de información de cada usuario, es capaz de mostrar anuncios relevantes, que los anunciantes agradecen, por el aumento en rendimiento que esto confiere.
En contraste, los periódicos que muestran un anuncio de manera generalizada y por supuesto con un menor rendimiento para las empresas anunciantes.
Esto produce un escenario en donde según Marc Edge los diarios impresos en Reino Unido han sido resilientes, buscando diversos modelos para seguir siendo competitivos, el más popular, el aumentar la base de suscriptores, tanto como un pago obligatorio o voluntario. The Times, un diario conservador, ha hecho exactamente eso, implementado una barrera para acceder al contenido que solo usuarios suscritos a la plataforma pueden ver, eliminando cualquier contenido gratuito.
En el modelo de pagos voluntarios el diario pionero es The Guardian que ha logrado un gran éxito en base a este modelo.
Por lo tanto, si incluso los periódicos han podido seguir siendo rentables, la importancia que tenían ha venido reduciéndose sustancialmente, desde el 2002, en donde llegaron a su máximo de ingreso. Algunos analistas dicen que han llegado a niveles de venta de la década de los 50.
El modelo de suscripción es positivo para los medios pero no tanto para sus usuarios, en donde el que no tiene suficiente dinero para tener múltiples suscripciones, esta condicionado a consumir un solo sitio o de frentón consumir sitios gratuitos que no siempre poseerán la misma calidad.
De manera anecdótica The Sun , un diario de chismes, trato de imitar la estrategia del periódico The Times sin grandes resultados, por lo que se intuye que solo el contenido de calidad podría incluir una barrera de acceso.
Vació regulatorio
El no tener un marco de regulación por tanto años ha generado un vacío legal, en donde el flujo de información ha cambiado completamente. La propagación de noticias e información de una sola vía, es decir de medios de comunicación a una audiencia, ha cambiado para generar una conversación más abierta, en donde esta conversación ahora es de dos vías, por ejemplo puedo reaccionar directamente a una noticia, pero aún más interesante puedo reaccionar a las fuentes de esa noticia, mientras está sucediendo. De alguna forma anteponiéndose a la noticia misma, más de alguna vez se ha visto que sitios de noticias citan tweets directamente, como un hecho factual e histórico.
Al mirar a los medios de comunicación tradicionales vemos que tienen marcos regulatorios definidos en base a los cuales son responsables de lo que publican. Por ejemplo, la regulación en Inglaterra para la difusión de televisión y radio, codificada en la acta de radiodifusión del 1990, contienen claros lineamientos de los límites de estos medios. Estas reglas son usadas en casos extremos, hace un par de semanas el regulador a cargo, Ofcom, anuló la licencia a China Global TV por cubrir las protestas de Hong Kong de forma imparcial y la transmisión de una confesión forzada de un investigador inglés en suelo chino. El regulador actúa también con multas monetarias, las cuales según The Guardian no han excedido los 2 millones de libras.
¿Qué significa esto? Bueno que la regulación permite establecer un marco en los cuales estos medios operan, siendo imposible la propagación de información falsa, dado que el canal o radio que lo haga se vería enfrentado a una severa multa. Ahora, alguien podría preguntar ¿esto no limita la libertad de expresión? personalmente no lo creo, dado que se podría argumentar lo mismo para difamar a cierto grupo o propagar mensajes de violencia explícita.
Otro caso interesante es la regulación de medios impresos en Reino Unido, que es absolutamente privada. Es decir, los medios impresos se acogen a las mismas leyes que cualquier ciudadano a pie, pero mantienen una regulación privada en común, que deben seguir, también con el incentivo de evitar cualquier regulación pública.
Sobre este punto es donde las redes sociales deberían encauzar su esfuerzos, es decir mantener un órgano externo que pudiera decidir los casos de moderación más complicados. Facebook ha tratado de acercarse a este punto con su Oversight Board, asignando académicos, políticos, periodistas entre otros, para que puedan decidir acerca del contenido más delicado. Pero esto no ha estado fuera de controversia, dado que han habido ciertas diferencias entre Facebook y la junta.
El caso más emblemático es la expulsión de Trump de la plataforma, en donde la junta decidió que Trump debería ser suspendido por 6 meses en vez de ser eliminado completamente. Una decisión que esta fuera de los términos y condiciones de Facebook. Este comunicado fue dado a conocer el 5 de mayo en el sitio web de la junta.
El caso Australiano
Facebook luego de una larga lucha con el gobierno australiano ha llegado a un acuerdo en donde negoció en privado con las grandes cadenas de noticias para establecer un plan de pagos. News Corp una de las compañías beneficiadas por este acuerdo, parte del grupo Murdoch.
La negociación partió cuando el gobierno australiano impuso que las redes sociales, en especial Google y Facebook deberían pagar una tarifa cada vez que redireccionaran contenido a los sitios de noticias. Esto ocasiono que estos sitios en vez de pagar, bloquearan el tráfico que eventualmente iría a esos sitios. Finalmente conversaciones entre el gobierno australiano y Facebook llegaron al acuerdo antes anunciado.
Esto demuestra dos cosas, uno que las redes sociales son cada vez más grandes y son capaces de modificar la política publica que directamente los afecta. Las negociaciones fueran llevadas a cabo por el mismismo Zuckerberg y el equivalente al ministro de hacienda australiano Josh Frydenberg – treasury minister. Segundo, que dado el compromiso monetario sea suficiente, los reguladores están felices con tal de mantener al gremio de los periodistas contentos. Tal como reporta TechCrunch, Facebook se compromete a pagar 1 billón de dólares en los próximos 3 años, al igual que Google.
Conclusión
La operación de las redes sociales se parece cada vez más a la acción de un estado, que a la de una empresa privada. El Oversight Board algunos analistas lo consideran la corta suprema de Facebook, dado que de forma análoga a una democracia, es independiente a los otros poderes. Pero también vemos con cierta frecuencia y en especial Facebook están altamente interesados en ingresar a mercados emergentes, dado la alta penetración de mercado en países desarrollados. Basta ver el proyecto fallido de India, en el cual prometían acceso a internet de forma gratuita pero con ciertas condiciones.
El acceso no era completamente libre, sino restringido a un par de sitios web que Facebook estimó convenientes, infringiendo el valor mismo del internet, que es el acceso libre y sin fronteras que posee el internet. Esto demuestra una vez más la falta de ética y criterio de los altos ejecutivos de Facebook, que parecieren estar más preocupados del próximo trimestre de ganancias y sumar más usuarios que la tensión que genera el uso y comercialización de datos ajenos.
Por lo tanto las redes sociales deberían ser completamente abiertas de como moderan su contenido y esta moderación deberá ser externalizada a grupos de interés público y privados. Claramente el regular el discurso online necesitará cierta innovación dado que el discurso online es algo completamente nuevo, sin precedentes, dado a la escala y heterogeneidad del contenido. No solo una innovación tecnológica, sino también una innovación de corte psico-social en donde es necesario estudiar sociológicamente estos asuntos.